Sabes lo que es perfección, cuando planeas tu boda en tu aldea de Pontevedra, alejados de la civilización donde a los pies del río se esconde una antigua fábrica abandonada.
Esta fue una boda rodeada de naturaleza, con una pareja actual, que ya tiene hijos y se casan para celebrarlo de forma intima con su familia y esos amigos de verdad.
La novia sencilla con un vestido de corte mullet de lino con detalles de encaje que marcaba la cintura y adornaba sus hombros diseñado por Marisa Otazo.
Ella, una novia natural y su maquillaje se centró en iluminar su piel, sus ojos azules brillaban aún más con las sombras color champán y contrastaban con unas pestañas bien marcadas terminando con un delineado difuminado, los labios aportaban ese tono de color que empezó con el malva y con el cambio segundo look del tocado y pasó a ser ciruela, de ello se encargó Lara Naveiro.
Para su cabello eligió una coleta estilo bubble ponytail, logrando crear así el efecto de llevar burbujas a lo largo del cabello, fue un trabajo realizado por Carlos Angueira.
El toque final del peinado vino de la mano de Mery Puch Tocados que creó una preciosa y delicada pamela con plumas en la parte superior e inferior y usando un bonito lazo para sujetarla.
Como segundo look la novia quiso estar más cómoda por lo que optó por un tocado de porcelana fría y apliques dorados que se entrelazaba por su cabello aportando un aire muy helénico.
El novio eligió un traje gris con cuadro blanco de Iván Cross y le dio un toque muy informal calzando unas alpargatas blancas.
El espacio elegido no necesitó gran inversión en decoración, aprovechamos mucho la naturaleza salvaje y fondosa aportando esa magia que se trasmite en las fotos.
La boda recibía a los invitados con una cartel escrito a mano que iba a juego con la invitación, donde decía: “Cómo te voy a decir que no, cuando sabes que sí”, sencillo y diferente a su vez, pero con un mensaje claro.
Como muchas de las parejas que se casan ahora, estos novios ya tenían una bonita familia y sus hijas disfrutaron viendo cómo se casaban sus padres.
El amor es una suma en el que uno más uno no siempre son dos, como en este caso en el que los novios fueron acompañados de sus dos princesas, no pudieron elegir mejores niñas de arras.
La ceremonia hecha a medida y para ellos fue oficiada por m meiras maestra de ceremonias.
Durante la boda disfrutaron de la compañía de la familia. se respiró la frescura que esa pareja desprendía y en la que las hijas de los novios pudieron intervenir durante el ritual pero también pudieron firmar el acta matrimonial.
Fotos: Nuria Atanes